¿Cuál es el valor real de un dominio?

Claves que hacen de un dominio algo importante para un negocio en red

Algunas veces, raras, encontramos en la prensa ventas de dominios por cantidades que solucionarían la vida a más de uno. A muchos nos puede extrañar que el uso de un nombre pueda llegar a costar tanto y nos preguntamos si realmente merece la pena.



Ventas de dominios como las de loans.com (3.000.000 $), cinema.com (700.000 $) o la más reciente de Jobs.com por 800.000 $ nos hacen pensar que quizá se está sobreestimando el valor de los nombres de dominio. Llama especialmente la atención el caso de beauty.cc que costó millón de dólares. Muchos tacharon esa operación de alocada y…acertaron. Beauty.cc se encuentra actualmente libre.



La pregunta a responder es entonces ¿valen estos dominios realmente lo que se ha pagado por ellos? Para responderla hay que remontarse a la época de “la fiebre de las puntocom”. Durante este período, toda empresa que oliera a tecnología y, siendo más concretos, a Internet, parecía tener garantizados unos enormes beneficios en el futuro. El dinero llovía sobre la red y todos querían asegurarse un puesto en la carrera de la “sociedad de la información”. Costara lo que costara.



Se obviaron dos puntos importantes: primero, que en la mayoría de casos se estaba tratando con bienes inmateriales y, por lo tanto, que conllevaban un riesgo considerable y, segundo, que todavía no existía un mercado que pudiera absorber la ingente demanda que se generó en tan poco tiempo. Si una cosa ha demostrado la historia es que, por más rápido que se mueva el mundo, como sucede en nuestro “interconectado y acelerado planeta”, seguimos necesitando algo de tiempo para asimilar las novedades.



Nos movíamos entonces en un entorno totalmente especulativo sostenido básicamente en una creencia de futuro. Esa creencia fue precisamente la que empujó a realizar inversiones que el tiempo ha demostrado exageradas.



Pero, ¿por qué ahora sucede lo mismo con Jobs.com? El interrogante se hace más grande después de que de “la fiebre de las puntocom”, y por aquella extraña regla del péndulo, se pasara a la archiconocida “crisis de las puntocom”. En esa época, sencillamente cualquier cosa que sonara a negocio en Internet parecía llevar el estigma de la peste.



Según la dialéctica histórica de Hegel, dos posturas enfrentadas conducen siempre a una síntesis, una especie de “punto medio” donde parece que nos encontramos ahora. El mercado para las empresas en Internet crece, a un ritmo menor de lo que se esperaba hace algunos años, pero crece. Y ya son algunas las empresas que han empezado a experimentar beneficios. La red y los negocios empiezan a ponerse de acuerdo.



En este contexto más mesurado se produce la pequeña explosión de la venta de dominios de « segunda mano ». No seremos nuevos en la analogía de « internet como ciudad » pero ésta explica perfectamente el porqué de inversiones como las de jobs.com.



Imaginémonos que queremos montar un negocio de « altos vuelos ». Difícilmente nos conformaremos con montar una tiendecita en los suburbios sino que intentaremos colocar nuestra tienda u oficina en el centro de la ciudad. Es importante que nos vean pero, sobre todo, es importante que nos encuentren fácil.



Y eso es lo que es un buen nombre de dominio, el alquiler de un local en el corazón de internet por el que pasan millones de personas cada día. Eso es lo que convierte una determinada palabra en algo realmente valioso. En Estados Unidos, y en algunos países europeos como Alemania o Gran Bretaña, hace mucho tiempo que esto está claro. No pasa lo mismo con España y Latinoamérica, ¿por qué?

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